Cuento - El Poder de la Mirada

Mientras desayunaba, un hombre leyó una noticia del periódico que hablaba sobre la cantidad de personas que pasaban hambre en el mundo, y se dijo:

- ¿Dónde está Dios para ayudarles? -Y luego continuó su vida con toda normalidad.

A medio día vio en el telediario que hablaban sobre la gente que sufría y moría en el mundo por culpa de la pobreza y la injusticia, y se dijo:

- ¿Dónde está Dios para ayudarles? -Y luego continuó su vida con toda normalidad.

Por la tarde, mientras iba en el coche a su trabajo, vio a un mendigo dormir entre cartones en el suelo de la acera, y se dijo:

- ¿Dónde está Dios para ayudarles? -Y luego continuó su vida con toda normalidad.

Por la noche, cuando llegó a casa, vino abatido, cabizbajo y derrotado porque había perdido su trabajo, y se dijo:

- ¿Dónde está Dios para ayudarme? -Y su vida ya no continuó con toda normalidad.

Se llenó de tristeza y desesperación mientras se repetía: ¿dónde está Dios para ayudarme?

Esa noche Dios le visitó en sueños para responder a su insistente pregunta. Llevaba bajo el brazo algo parecido a un álbum de fotos. Se lo entregó al hombre que, sorprendido, vio cómo allí estaban las fotografías de todos los momentos más importantes de su vida. Y en ellos siempre aparecía Dios retratado a su lado: cuando nació, cuando aprendió a andar, cuando dijo la primera palabra, cuando celebró su primer cumpleaños, cuando aprendió a ir en bicicleta, y así cada momento de su vida.

En todos ellos Dios estaba siempre a su lado, aunque él no le viera. Pero se fijó que, en los momentos más difíciles de su vida, en sus fotos más tristes y dolorosas, cuando murió su padre, cuando le traicionó su mejor amigo, cuando estuvo gravemente enfermo o ahora que estaba sin trabajo, Dios no aparecía retratado a su lado; aparecía él solo en las fotografías.

Entonces le preguntó a Dios por qué le había dejado solo en los momentos en que más necesitaba de su ayuda. A lo que Dios le respondió:

Fíjate bien en las fotos en que dices que estás solo... ¿No me ves?

Pero él, por mucho que se fijaba y remiraba, no le veía en ninguna de ellas. Y Dios le dijo:

¡Qué poco me conoces! Si me conocieras de verdad reconocerías mi mirada, mis ojos reflejados en tus propios ojos de las fotografías. Yo estaba dentro de ti. Siempre he estado en ti en los momentos más difíciles de tu vida para darte fuerza y ánimo, para darte compañía y consuelo, para que miraras la vida con mis propios ojos, con esperanza ... Pero pocos saben descubrirme dentro de ellos. Yo siempre estoy dentro de los que sufren y lo pasan mal. Por eso quiero decirte ahora algo muy importante...

En ese momento el hombre despertó de su sueño sin saber lo que Dios le quería decir. Estaba confundido; no sabía qué pensar... ¿Había sido todo realmente un sueño?

Sonó el teléfono de la habitación. Era su mejor amigo. Se había enterado de que había perdido el trabajo. Le dijo que tenía a un conocido que necesitaba contratar a alguien para su empresa. Si estaba interesado podía ir por la mañana a entrevistarse con él.

Así lo hizo. De camino a la entrevista se cruzó con un mendigo que le pidió fuego. En lugar de pasar de largo como hacía todos los días, se paró y le encendió el cigarro..., y por primera vez les miró a los ojos...

Al ver su mirada quedó estremecido y conmovido. Allí, en lo profundo de aquellos ojos, en el fondo de sus pupilas, estaba Dios escondido... Y en ese mismo instante, unas palabras misteriosas y silenciosas empezaron a resonar en lo más íntimo de su corazón. Decían así:

Te he hecho a ti para que ayudes a los que sufren y he hecho a los demás para que te ayuden a ti cuando lo necesites. No lo olvides... y confía siempre en mí.

Desde aquel día, el hombre dejó de preguntarse:

¿Dónde está Dios para ayudarles?



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